Sara Moreno – Dietista integrativa
La relación entre la salud digestiva y el sistema inmunológico es innegable. Ambos sistemas están interconectados y uno de los factores que influyen en su funcionamiento óptimo es la inflamación. Me gustaría explicarte cómo una alimentación antiinflamatoria puede ser la clave para mantener un sistema digestivo saludable, además de un sistema inmunológico fuerte.
La inflamación. ¿Amiga o enemiga?
La inflamación es una respuesta natural y necesaria del cuerpo ante lesiones o infecciones. Cuando nos exponemos a una amenaza, como una herida o una infección bacteriana, el sistema inmunológico libera células defensoras (glóbulos blancos) para combatir esa amenaza. Esto provoca un aumento del flujo sanguíneo hacia la zona afectada y la activación de células defensoras inmunitarias. A este tipo de inflamación la denominamos inflamación aguda, que a diferencia de la inflamación crónica, se suele resolver en días o semanas.
Nuestro sistema inmune, además de defendernos, tiene la función de regular esa respuesta de defensa, de ello se encargan los linfocitos T reguladores. Sin embargo, cuando exponemos al organismo de forma repetida a situaciones que activan la respuesta defensora, nuestro sistema inmune va a permanecer alerta de forma crónica, debilitándolo, aumentando la probabilidad de que se equivoque y se desarrollen ciertas enfermedades (síndrome de intestino irritable, enfermedades autoinmunes, fibromialgia, obesidad, alergias, enfermedad inflamatoria intestinal, cáncer, etc.).
Relación entre inflamación y digestión
La inflamación crónica puede afectar negativamente al sistema digestivo de diferentes maneras:
- Disbiosis intestinal: La inflamación puede desequilibrar la microbiota intestinal, dando lugar a problemas digestivos como el síndrome de intestino irritable (SII), SIBO, candidiasis o infección por Helicobacter Pylori.
- Permeabilidad intestinal: La inflamación crónica puede dañar la barrera intestinal, permitiendo que sustancias no deseadas entren al torrente sanguíneo y desencadenen respuestas inmunológicas, contribuyendo a afecciones autoinmunes y alergias alimentarias.
- Dolor abdominal: La inflamación en el tracto gastrointestinal puede causar dolor y malestar, afectando negativamente la calidad de vida.
Nuestro ritmo de vida acelerado, el estrés, la comida rápida y de escaso valor nutricional, la falta de descanso, uso excesivo de medicamentos o el sedentarismo son algunos de los factores que afectan a nuestro organismo generando inflamación y alterando nuestro ambiente celular y microbiano.
Debemos encontrar un equilibrio en nuestro estilo de vida, de forma que nuestro cuerpo sea capaz de contrarrestar la inflamación para que no se cronifique. Para ello la clave está en reducir la sobre exposición a factores proinflamatorios y aumentar la exposición a agentes antiinflamatorios.
Aquí entra en juego la alimentación antiinflamatoria, además del ejercicio físico, el descanso, la exposición solar, el contacto con la naturaleza y una correcta gestión emocional, entre otros.
Las bases de una alimentación antiinflamatoria
Una alimentación antiinflamatoria debe basarse en materias primas de calidad, alimentos frescos y mínimamente procesados, con alta densidad nutricional y mucha variedad.
- Frutas y verduras ricas en antioxidantes, vitaminas y minerales, como los arándanos, las uvas o el brócoli.
- Proteínas de calidad, como las carnes magras o huevos.
- Grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas, como los pescados azules o nueces ricos en Omega 3 o el aceite de oliva y los aguacates.
- Alimentos prebióticos y probióticos, como los espárragos, el yogur de cabra o el chucrut.
- Especias, semillas y hierbas, como la cúrcuma, el jengibre, té verde, semillas de lino o el tomillo.
- Hidratación suficiente.
Llevar una alimentación antiinflamatoria nos puede ayudar a mantener un sistema digestivo saludable y un sistema inmunológico fuerte. Además de la alimentación, recuerda la importancia del manejo del estrés, el ejercicio regular, la exposición solar y priorizar el descanso. Así como evitar la exposición a agentes proiflamatorios, como alimentos ultraprocesados ricos en azúcares refinados, aditivos y grasas de mala calidad, el estrés, tóxicos como el alcohol y el tabaco o el sedentarismo.
Si deseas hacerlo de la mano de un profesional especializado en esta área, en Minilla Centro Médico puedes reservar una cita con Sara Moreno, dietista integrativa, que te podrá ayudar con un plan nutricional personalizado y adaptado a tus circunstancias.